Ciudad de La Gloria - Escuela de la Vida - La Santa y Nueva Argentina, 7 de junio de 2010
El mundo te dice que tenes que tener relaciones sexuales y “debutar” lo más pronto posible porque si no “sos poco hombre”, “sos el más boludo entre tus amigos”, si no tenes relaciones desde chico “sos un perdedor”, te dicen y hacen sentir. Desde chico ya empecé a crecer y tener esa presión.
Entonces tener relaciones sexuales se transformó para mí en una meta a alcanzar a como de lugar, no importaba mucho cómo, ni cuándo, ni con quién.
Ya luego alcanzada esta meta, empecé a ver y vivir que no me llenaba como esperaba y me había hecho la idea, faltaba algo. La mayoría de las veces luego de terminar me sentía vacío y mal conmigo mismo y sin saber por qué. Tenía un deseo y ganas muy fuertes de hacerlo y cuando lo hacía sentía un choque adentro mío, un combate; como si estuviera mal hacerlo o algo así.
Muchas veces me sentí sucio por dentro, como que estaba haciendo algo cochino. Entonces me llenaba de contradicciones, porque quería hacerlo pero a la vez sentía que estaba mal.
Poco a poco El Rey Jesús me fue enseñando y mostrando el daño que ha hecho el demonio y sus cobardes cómplices especialmente en este tema: el ataque-engaño consistió y consiste en hacernos creer que hacer el Amor es algo sucio, cochino e indigno, que sos un pecador en desobediencia. Pero más aún, el ataque principal del demonio es poner al hombre en contra de Dios, porque según Satán, El Padre sería el maldito por habernos creado y darnos deseos y órganos sexuales que producen placer, y después hacernos sentir culpa y decirnos que si los usamos y lo disfrutamos somos unos asquerosos, unos pecadores, unos depravados por gozar del Amor sexual que Él mismo nos dio; esta es la maniobra.
Y yo me pregunto y les pregunto: ¿Quién dijo que gozar del Amor sexual es pecado? ¡Que venga alguien y que lo afirme, a ver si puede!
A su vez, al buscar-desear a las mujeres sólo para tener relaciones sexuales, ellas pasan a ser objetos, cosas que son lindas y te dan placer; cosas que se usan, sirven para un rato y luego se tiran. Y los varones pasamos a ser objetos que les sirven para distintas cosas, protegerlas, traerles plata, tener hijos, conseguirles una casa, hacerles compañía, darles placer también, etc., distintas funciones. Esta es la deformación del complemento perfecto que somos varón y mujer.
Por eso hoy hay tantas madres solteras, porque el deseo de completarse con el varón y de crear nueva vida está latente, es una fuerza muchas veces oculta e inconciente en ambos, y resulta que de muchos encuentros “casuales”, encuentros “sin compromiso” o de una noche, vienen los hijos ¿no deseados? ¡No! Si Dios y los padres _aunque hayamos tenido un solo encuentro de Amor sexual_ no los deseáramos de corazón, directamente no vendrían. Vienen porque los necesitamos y sin ellos no podríamos seguir.
No es casualidad que haya tantos ataques con respecto a este tema; el fomento del aborto, de los matrimonios de personas del mismo sexo, del uso de anticonceptivos, etc. Y más allá de las opiniones personales que tengamos cada uno sobre estos temas, lo importante es poner a la luz y desbaratar la maniobra del demonio que siempre quiso y quiere el exterminio, la desaparición de la creatura más hermosa del Padre: el Hombre. Entonces busca por todos los medios, por una u otra razón, que no se produzcan los encuentros de Amor y así evitar la concepción de más hijos. A ver si se entiende, quiere que el hombre desaparezca; no podemos seguir discutiendo boludeces cuando esta es la raíz verdadera de estos problemas.
Mujeres de todas las edades salen a la calle vestidas directamente para excitar a los varones, en el centro, en las escuelas, en el boliche, etc., exhibiéndose cada vez más. Los pibes las miramos y las adoramos por esto como si fueran ídolos, por su cuerpo; si es linda todo bien, si es gorda o fea la descartamos. Esto ellas lo saben y lo sienten, entonces se matan por ser y estar “lindas” según los “gustos” de hoy; por estar flacas y mientras más rápido vayan a los bifes, mejor.
Por ejemplo, las mujeres que llegan a cierta edad, si tienen plata, caen en mutilarse el propio cuerpo haciéndose cirugías estéticas para parecer jóvenes y que las miren, las deseen, las adoren como cosas; es una búsqueda desesperada de Amor-Dios.
Ellas necesitan tanto el Amor que lo buscan muchas veces a costa de su propia salud espiritual y física; se dejan hacer cualquier cosa aunque no les guste, para sentirse amadas, por que si no los tipos ni las miramos; y esto es promovido cada vez más desde temprana edad.
Así se sienten aceptadas y queridas, no por lo que son, si no por cómo se ven; y esto no las llena, sólo agranda el vacío de su corazón. Pero siempre manteniendo la esperanza firme en la búsqueda y encuentro del verdadero Amor.
Y esta búsqueda se deforma por no saber valorar el verdadero ser de la mujer que es La Virgen Madre María en cada una y según cómo es cada una. No hay más secreto que este; es saber que cada una es como es y El Padre la creo así, no tienen que buscar ser de otra manera, por que no hay cosa que de verdad atraiga más a los varones que las mujeres se muestren como son, que saquen su corazón, su verdad y carácter así como es, y esa es la verdadera belleza-femineidad que del interior del corazón impregna el alma y el cuerpo, y este resplandece sin medida.
También El Señor me muestra como el placer sexual se usa como droga para evadir las presiones y los problemas de la vida cotidiana; para no pensar por un rato y si es con placer, mejor.
Veo como la masturbación intenta suplantar el verdadero encuentro mutuo, por que en realidad hay deseos del corazón de encontrarse con el otro, esposa, novia, no sólo para hacer el Amor, también para darse-relacionarse de cualquier manera. Son deseos profundos de cada uno de amar a las personas porque para eso nacimos. Pero por desconfianza, heridas, no querer sufrir, miedo al rechazo, y otras cosas, nos evadimos de enfrentar estas trabas para con los demás y recurrimos a la ficción mental, a la “auto-satisfacción” que no es tal por que te deja vacío; es un auto engaño que el demonio fomenta y tienta para que no se produzca el encuentro de Amor; pero recordemos que siempre las decisiones las tomamos nosotros en el alma.
Una de las contradicciones que también padezco-padecemos es la de aislar el Rito de Amor sexual del resto de la vida. El Rey Cristo Jesús y nuestra Mamá María me han ido revelando y mostrando en los hechos que hacer el Amor no es una meta en sí misma, sino que es el momento eterno de festejo más sublime del Amor de pareja en continuidad con una vida de lucha juntos; es decir, la batalla que da la pareja por ser libres y felices, haciendo felices a los demás.
Sin esto, este acto pierde su sentido y meta: que es descanso, alivio, consuelo, gozo, alegría y renovar las energías para seguir luchando juntos por lo mismo día a día.
Al ir aceptando todas mis verdades, las miserias y debilidades, los desvíos que tengo, empiezo a liberarme de fantasmas que me ahogan, por que de a poco dejo de condenarme y culparme por ser como soy.
Así es como terminamos con la esclavitud más peligrosa, la que no se ve por que es primero espiritual, aprisiona el alma y somete al cuerpo.
Y también empiezo a dejar de juzgar constantemente “lo que está bien y lo que está mal”, porque estoy podrido de siempre andar cuidándome de “hacer las cosas que están bien”, no vaya a ser que haga “cosas malas”, me sienta condenado y me vaya al infierno ¿no? El infierno es justamente sentirse condenado y no amarse como Jesús nos ama, y así a los demás.
Entonces grito-gritamos: ¡Al carajo con todo eso! Soy hijo de Dios y por eso tengo derecho, quiero y es mi responsabilidad disfrutar de todos Sus bienes, TODOS. Y disfruto del Rito de Amor sexual cada vez más con Su conducción y guía, puedo experimentar Su Gloria, he podido ascender al Cielo estando encarnado; voy viviendo la unión más sublime que el Amor de pareja puede gozar y que es el regalo más grande, el gozo por co-crear con El Padre una nueva vida, un hijo.
Esto es posible para mí y para todos ¡Ahora mismo! ¡Ya!
Esther con Tobías en Pablo, Apóstol Ministro Juez de Paz
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