San Nicolás de María - Sede de Gobierno Papal - La Santa y Nueva Argentina, 29 de mayo de 2011
¡Amados Hermanos mexicanos!
Les queremos transmitir y compartir lo que sienten y viven nuestros corazones en estos tiempos que corren.
La indignidad a la que nos han sometido los “poderes de este mundo” conducidos por Satán y sus aliados, ha llegado a límites que exceden lo humano. Hemos llegado a un hartazgo insospechado; los ángeles vienen llorando hace tiempo y no ha parado de llover. En nuestra Patria argentina e iberoamericana muchos murieron por la violencia física, el hambre y miseria, pero la peor muerte es la indiferencia; estamos solos en el olvido del mundo, tirados en un rincón viviendo sólo de la Providencia-Amor de Dios.
Sólo podemos explicarnos nuestra perseverancia En y Con la Presencia viva y actuante de Dios Padre y Su Santo Espíritu en nosotros, quien nos ha mantenido en pie siempre, pase lo que pase, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. María Nuestra amada Madre nos consuela aunque muchos no sean conscientes de esto o no crea en Su compañía, lo cual lleva a padecer estos sufrimientos en soledad y sin alivio.
Desde el 15 de abril pasado comenzamos a anunciar que ya está en marcha la Revolución del Amor Perdón, con la consiguiente caída de esta falsa democracia burguesa del anti-Cristo con sede en Londres-corona británica y sus aliados. Y como vemos, esto dio sus frutos y ya comenzó en el orden visible como es el caso de los indignados de España, también con las manifestaciones que se están llevando a cabo en Grecia.
Sabemos y la sentimos en nuestros corazones, de la indignación de ustedes por la injusticia que viven, por la violencia imparable a causa de las balaceras de los narcos que ustedes pagan con su propia sangre, la del pueblo humilde; y el hartazgo que lleva a miles de sus hermanos empobrecidos a jugarse la vida para cruzar las fronteras del principado de Satán: el de los gringos, dónde hay comida y trabajo de esclavos.
¡Qué indignidad! ¿Hasta cuándo soportarán el maltrato de esos brutos soberbios que los quieren parar con murallones?
Por eso juntos hagámonos esta pregunta: ¿Se puede caer más bajo, tenemos algo más que perder? ¡No!
Porque nada tenemos, y aceptar esta realidad es el primer paso para que en verdad podamos resucitar de entre los muertos y darnos cuenta de que, ¡sólo lo tenemos a Él, al Rey Cristo Jesús en nuestros corazones, en todos y cada uno de los hijos del Padre santos pecadores!
Santos pecadores, porque somos una amalgama de la Gracia de Dios y la miseria humana: miserias que son de todos nosotros, y no de unos y otros.
El Padre se hace Uno con nosotros así como somos y estamos: miserables y pecadores. Esto es la Tercera Creación, y la asumimos cada vez más si aceptamos que Dios es-está en nosotros. Por eso, ¡oigamos Su Amor, no le digamos que no; y así vamos juntando las almas, los cuerpos y los espíritus!
¡Ojo!, esto no significa darle rienda suelta al pecado, sino que primero aceptemos el Amor Perdón del Padre y allí comienza la conversión que nos da la fuerza para ir cambiando las malas costumbres que ahogan el espíritu que tenemos.
Así, la resurrección no puede ser otra cosa que empezar a vivir en común-unidad, poner lo que cada uno tenga _en principio a sí mismo_ para que no haya ningún necesitado entre los que elijamos ir creando y recreando una nueva forma de organizarnos, en la que, participando activamente, cada uno y entre todos decidamos las cuestiones comunes que hacen a la Patria toda, que abarcan los quereres y quehaceres cotidianos personales, familiares, del barrio, la ciudad y el país entero.
La Madre María, Nuestra Señora de Guadalupe llegó a Su Casa mexicana siguiendo el camino que comenzara el Apóstol Santiago el Mayor, quien luego de la Ascensión de Jesús a la derecha del Padre, comienza su peregrinación hacia España. Una vez allí, hacia el año 40, María se le aparece en bilocación a él y siete nuevos discípulos en lo que hoy es Zaragoza, España. Es Nuestra Señora del Pilar, columna que cimienta las bases de lo que más tarde serían las Nuevas Españas.
Este espíritu se mantuvo con sudor y sangre, guerras y conquistas a lo largo de toda la historia. Siguiendo este camino y con esta misma impronta, se produce la llegada de Hernán Cortez, y diez años más tarde María de Guadalupe se presenta embarazada, indicándonos que esta por dar a luz a Su Hijo con Su Nuevo Nombre: ¡Joaquín, el Mesías Esperado!
Así se hace Patrona de América, el continente de la esperanza, protegiéndonos especialmente con Su Manto Sagrado durante todo este tiempo.
Así nos fue cuidando y preparando en nuestro interior para lo que viene y, ¡está por explotar!
Los tiempos están maduros ¡Ha llegado la hora de los pobres y los más marginados, porque la Fuerza de Poder del Amor está en nosotros!
¡Es hora que nos demos cuenta de que somos reyes haciendo de esclavos, y nuestras esposas son reinas, Nuestra Señora de Guadalupe en cada una de ellas, la Patrona, así como son!
Dios le da el Poder a Sus propios pies y talones, que somos nosotros, los últimos-los peores, y es con estas partes de Su Cuerpo con la que aplasta la cabeza-orgullo y soberbia al “patrón” Satán en los débiles que han pretendido adueñarse de la Creación sometiéndola a su gusto y según sus caprichos, manteniéndonos esclavos y sin poder disfrutar de Ella como El Padre siempre quiso.
¡Viva El Poder del Amor, el Amor Perdón! ¡Vivan los santos pecadores!
¡Amar es combatir! Somos combatientes, nadie nos va a parar.
Esther con Tobías en Pablo, Apóstol Ministro Juez de Paz
Colegio Apostólico-Ministros del Gobierno del Rey Cristo Jesús Joaquín
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