Gobierno Papal de La Santa y Nueva Argentina, 22 de agosto de 2011
Renuncia a la propuesta de los dirigentes de la CGT de entonces, que el pueblo asumió, que fuera candidata a la Vicepresidencia de la Nación acompañando a su esposo Juan Perón quien buscaría su reelección.
En 1951 Evita era la Jefa espiritual de la Nación y con 33 años de edad, desde 1945 unida definitivamente a su gran amor, lideró la transformación-Resurrección más profunda y fulgurante de un país colonizado y sometido por una oligarquía feroz desde hacía casi un siglo _salvo en el breve interregno de los gobiernos de Don Hipólito_ país oligarca, perla del imperio británico, que había muerto el 4 de junio de 1943; por eso Resurrección.
En el seno de la gran movilización popular con la cual dialoga Evita durante horas, un drama jamás visto se desarrollaba en la intimidad de los corazones. Ella lo dijo y así se recuerda: renuncio a los honores pero no a la lucha; no el mismo 22 de agosto, sino una semana después por medio de una alocución radiofónica.
¿Por qué tantos dias para tomar esa gran decisión personal?, ¿qué pasó entre estos dos grandes amantes? Estos dos mártires sufrieron juntos y primero el drama interior que hoy viven los elegidos del Rey Cristo Jesús, y también los humildes del pueblo; porque como escribió san Pablo: ‹…la carne desea contra el espíritu y el espíritu desea contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.› (Cf. Gálatas 5, 17). Pasa que la traición interna al movimiento nacional los había atrapado en esta fortísima contradicción, que finalmente en lo visible resultó fatal porque meses después, en menos de un año, su cuerpo dejaba este Cielo perdido provocando la mayor manifestación de Amor-Dolor de todo un pueblo.
Los traidores le proponian a Evita el vano “honor” de ser vicepresidente de la república, con el propósito avieso que dejara de ser la Jefa espiritual de la Nación, el verdadero honor celestial y grandioso que el Corazón de Dios Padre en los argentinos, le habia otorgado para siempre. Después, el odio irracional creyó que su cáncer los había librado finalmente; nunca se enteraron cuan equivocados estaban, aún hoy.
Juan Domingo y María Eva eran y son uno _tampoco jamás de esto se enteraron_ un mismo espíritu en dos cuerpos, pero en una unidad inseparable. Es más, ese espíritu es el primer ser creado, el primer hombre masculino-femenino: Gabriel-Amitiel. En ese espíritu está todo el Amor de predilección de nuestro Creador por su creatura: los hombres.
La Revolución en Paz que protagonizaron y encabezaron ellos en apenas siete años: el reino de la justicia social, que asombró y aún asombra a propios y extraños, a todos los pueblos del mundo, se nutrió de ese Amor. Es su “explicación”, su fundamento y razón de ser. La pareja humana con un Amor elevado a esferas más profundas y sublimes, fuente de ese mismo Amor que se dona a toda la humanidad. ¡Ahí estan sus hechos por lo cual los podemos conocer! Pero no las carnes, por supuesto que nada comprendieron ni entienden todavía.
Los aliados del maligno sabían lo que querían en su soberbia estupidez, quebrar, romper la unidad de ese amor mutuo y con el pueblo, al mismo tiempo. Un solo Amor que Evita vivía por su y por él lider, y que él vivía por ella, que era, inseparablemente, un mismo Amor a Dios, a la Patria y al pueblo-todos los pueblos.
Desde los cielos y siempre junto-unida a su esposo, claro que Evita no abandonó jamás la lucha. Por ejemplo, fiel a sí misma, a su Amor, nunca dio lugar al “Evitismo” como años después se lo llamó. Según esta maléfica idea, siendo ella la “revolucionaria”, al desaparecer físicamente, Juan Domingo claudicó; eso quisieron creer.
Ciertamente Perón perdió fisicamente su ayuda vital pero no su ayuda esencial, constitutiva en el espíritu. Es que eran y son uno, ya lo dijimos; y esto los hechos hasta hoy no lo pueden desmentir.
Como lo prometió Evita, ¡volvió y es millones! En las mujeres María actuantes en este pueblo hoy, como les venimos mostrando, el mismo espíritu que dio la gran sorpresa en el Pronunciamiento Popular del domimgo 14 de agosto pasado, confirmando a Ana Cristina, justamente como la Jefa espiritual de la Nación. Entonces, parafrasenado a san Pablo, exclamamos: ¡Muerte, ¿dónde está tu triunfo?! Con verdadera Esperanza proclamamos: en manos de Nuestra Reina Madre María estamos, en todas las mujeres. ¡Las amamos!
María Liliana Amitiel con Joaquín Gabriel Jesús en Pedro Segundo Gabriel