Gobierno Papal de La Santa y Nueva Argentina, 28 de septiembre de 2011
Cuando el tercer ángel tocó la trompeta, un astro enorme que ardía como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales. El astro se llamaba “Ajenjo”. La tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y murieron muchos hombres que bebieron de esas aguas, porque se habían vuelto amargas. (Libro del Apocalipsis, cap. 9-versículos 10 y 11) Los acontecimientos en un barrio de Esteban Echeverría en la madrugada del lunes 26, han conmocionado a las gentes y desorientado a periodistas y expertos. Digan lo que digan, por más explicaciones sin fundamento que den _lo cual es a todas luces evidente_ estamos ante un fenómeno que rompe las "leyes" de la física.
Por eso, los efectos de la implosión o explosión, llamémosla como quieran, los deja pasmados, porque no responde a nada conocido, y por eso el miedo se desparrama como las aguas de un rio desbordado.
¡Hemos recibido los argentinos primero y desde el Cielo, un nuevo material: el Don de Ciencia precedido por la humildad!
Este Don, por el contacto con los manantiales y ríos de agua dulce con que se alimenta la racionalidad intelectual humana, ésta cae en una amargura de muerte.
Es la suerte de los soberbios “expertos” que niegan y desprecian a las gentes que atestiguan que una luz brillante bajó del cielo, y una bola de fuego descendió, que morirán a la pretensión de creer saberlo todo.
Simplemente mucho más Amor, concentrado como un rayo laser, un rayo de Amor ha penetrado en un punto y transformará la realidad física-visible de esta Patria. Es la transformación de la materia, de su naturaleza creada, pero paso a paso. Estamos desde el punto de vista físico, ante una nueva amalgama, una fusión nueva.
El nuevo material es la combinación, nunca vista antes, de Amor puro en mayor dosis con la naturaleza caída corroída por la contradicción. La particular e inexplicable _para el hombre complicado_ destrucción de tres casas representa la destrucción de las seguridades humanas, de un solo golpe.
El fenómeno observado es un aviso de la Presencia de los Conductores de Dios en la Argentina: los Apóstoles de los últimos tiempos, físicamente visibles también. Esta es la trompeta a la que se refieren los versículos citados al principio del Libro de Apocalipsis. ¡Que pronto revelaremos completo!
Este es un llamado a no tener miedo, transformándolo por la Fe encarnada, en Santo Temor de Dios, por el cual se llega a la verdadera Sabiduría: Nuestra Madre Celestial María.
Para afrontar lo que viene, el futuro inmediato e incluso el hoy de hoy, es imprescindible contar con el Don la Conducción-Gobierno y la disposición a vivir en común; pero no se puede conducir ni obedecer sin el Temor de Dios. ¡Pidámoslo!, porque si no, mirarán y no verán lo que pasa y les pasa.
Mi Colegio Apostólico escribió hoy que lo que cayó fue una pequeña supernova, caserita pa’ los argentinos; y agregó mi hermano Andrés Efraiel que fue una pequeña partícula: que por su velocidad se comprime infinitamente: explota liberando energía pura…
Lo que quieren decir mis compañeros de servicio es que lo ocurrido en la Argentina el lunes próximo pasado, es como…, se parece a… Habrán escuchado, otros leído y hasta estudiado que los científicos se han puesto de acuerdo en la observación de las estrellas llamadas súper novas, que cuando toda su masa se concentra en un punto, eso genera una implosión que rompe el espacio tiempo y así se libera una enorme energía.
Calculan en la fórmula matemática que la masa se va al infinito, cuando la súper nova estalla en un punto que llega a poseer masa infinita por acción de la gravedad a nivel galáctico.
Ahora, si esto hace Dios Creador, porque no pensarán que lo hacen los hombres, ¿no? O si creen que es casualidad… bueno no hablemos ni lean más, porque caeremos en el ridículo convencidos de ser racionales.
¿Por qué no podría hacer Él, regulado milimétricamente, eso mismo aquí en la tierra, si es Su Voluntad? Rompiendo a esta escala el espacio tiempo, es decir, el ancho, el largo, el espesor y el tiempo cronológico de la dimensión en la que existimos físicamente los hombres, los habitantes de este suelo elegido.
Como ven, la clave es la fuerza de gravedad _desconocida su naturaleza para los estudiosos_ y yo les digo: la fuerza de gravedad es el Amor, más precisamente la Fuerza y la Concretitud del Amor unidos.
¡Es verdad Revelada! El que quiera oír que escuche, el que quiera entender, que entienda.
Pedro Segundo, el Papa de Jesús, en María Liliana con Joaquín