domingo, 29 de mayo de 2011

¡Pronto la Gloria va a llegar!

San Nicolás, Casita de María–Sede de Gobierno Papal-La Santa y Nueva Argentina, 29 de mayo de 2011




¡Queridos! Junto a mis compañeros de servicio: los Apóstoles de los últimos tiempos, soy el responsable de hacer visible, realizar y mostrar el Querer y la Voluntad de Dios en los asuntos socio políticos de nuestro pueblo y el de todos los pueblos.
Soy un hombre sencillo, un argentino pecador como todos y por Voluntad de Dios, Pedro Segundo, Papa de Jesús unido a mi esposa Liliana María, y por eso ya no soy yo: Segundo Ubaldo Rolón el que vive en mí, sino Pedro, su espíritu eterno al servicio de la Iglesia de Jesús-los pueblos.
Si quieren, me-nos disculparán la franqueza, pero ninguna opinión, diferencia ideológica o política, teológica o filosófica, religiosa, o de lo que sea, puede cambiar este designio-decisión de Dios. Poco importa si están de acuerdo o no, si cada uno de mis hermanos lo acepta o no, porque no cambiará lo que ya es, aún cuando toda la humanidad lo rechace. Simplemente es mejor, y hasta le conviene a cada cual, hacerlo.
Somos profetas, además de Sus Apóstoles, y Él nos conduce en nuestros corazones, y al asumir nuestro lugar y función, pasa que no necesitamos votos ni participar de elecciones. Por lo tanto, como pregoneros predicadores del bien común y los intereses superiores de la Nación, ningún interés personal ni de círculo nos perturba o distorsiona la mirada, condicionando nuestra apreciación política. No debe confundirse nuestro particular interés con los naturales y propios de los sectores políticos o partidarios.
Estamos involucrados porque, de esta forma, es Dios mismo, el Altísimo en nosotros quien interviene en los asuntos e intereses de la Comunidad Argentina y la de todos los pueblos, para Conducirlos-Gobernarlos.
¡No es una opinión sino un dato! Es una Fuerza, la del Amor, presente en los miserables-los últimos, no considerado en las deliberaciones, en los cálculos y en los planes de los hombres, ¡y así les-nos va!
Porque esa Fuerza del Amor siempre estuvo-está, pero ahora irrumpe en el escenario visual con una contundencia inesperada por los orgullosos y soberbios ciegos que conducen a otros ciegos.  
Sobre esta base, les decimos que, en general y con muchos otros varones y mujeres ocupados en los asuntos políticos o del bien común, en profundidad coincidimos en el “qué”, como es seguro que queremos lo mismo que Ana Cristina y otros elegidos, pero no estamos de acuerdo para nada en el “cómo”.
Una profunda soledad afecta a nuestra presidente, aunque la señora Ana Cristina experimenta ese tipo de “soledad en compañía”, que vivimos cada uno de los argentinos. Lo decimos con todo el respeto que tenemos por la investidura real que el mismo Rey Cristo Jesús le ha confiado en la voluntad de un pueblo que anhela en lo profundo una justicia más amplia y perfecta que abarque a todos, y le dé a cada uno la oportunidad concreta de movilizar su propio corazón, y en consecuencia, todo su cuerpo, todo su ser.
Ella está sin poder realizar lo que está en su corazón, que no sólo guarda angustia y dolor en lo personal-familiar, sino que se encuentra frente a una situación de gran responsabilidad, en momentos de definiciones.
Como cada una de las mujeres y varones del campo nacional decidirá en estos tiempos si en verdad es fiel a sí misma, si está-están dispuestos a ser signo y símbolo vivo de una Patria que resurge-resucita a pesar de la muerte que se vive en lo cotidiano, viendo la realidad: única verdad.
Los elegidos estamos en el mundo pero no somos de este mundo, y en la medida que somos abandonados por los hombres, en esa misma medida Dios Nuestro Señor va ocupando Su Trono en nuestro corazón, preparando Su lugar para desde allí presidir regir Su Imperio-Reino, sea en la familia, en la Comunidad y en la Nación, si en nuestro libre albedrio, así lo decidimos porque, ¡nada reemplaza la decisión personal!
¡La buena noticia es que cuando estamos solos y sólo lo tenemos a Jesús, entonces tenemos Todo!
Compartimos muchos servidores la misma ocupación: aquellos miles, millones que son los que sostienen este país a base de sacrificios, privaciones, aquellos que a diario dan su sangre, su vida misma y que por ser tan cotidiano el esfuerzo, nadie nota que son héroes. ¡Son héroes porque desempeñan sus tareas de modo extraordinario, a como dé lugar, en un ambiente contra-cultural de muerte en el que todos nos movemos!
Si están ellos y se unen, ¡esa es la revolución misma, porque a pesar de todo, viene el amanecer!
Ha comenzado a expresarse el hartazgo de la opresión de esta tiranía, y los pueblos comienzan a despertar del sueño de lo que nunca fue. Empiezan a verse destellos de verdad, donde todo disfraz es quitado de “buenas” o “malas” maneras, para dar paso-pascua a lo que es inevitable: ¡una Revolución en Paz!
Queremos unirnos para recuperar la soberanía nacional, la independencia económica y la justicia social, no queremos que nos compren-colonicen con “papeles de colores” mal llamadas “inversiones”; ni queremos izar más la bandera del viejo y raposo imperio británico: la falsa democracia.
Es y será necesario adentrarnos por donde no sabemos, pero este rumbo desconocido lo marca los pasos de la movilización popular: la Argentina en movimiento. La movilización popular de los corazones va por fuera superando y rechazando toda estructura vieja y caduca como ahora vemos que ocurre en España, en Grecia, en el resto de Europa y antes en muchos otros lugares del norte de África y de medio oriente.
Como enseña Nuestro Señor, el vino nuevo no puede verterse en vasijas u odres viejos porque estas se rompen y el vino nuevo se desparrama.
El vino nuevo, el espíritu de La Santa y Nueva Argentina está en los corazones argentinos, pero si se lo sigue queriendo volcar en estructuras podridas y gastadas, llegará el momento en que el pueblo las reviente haciendo tronar el escarmiento, marchando detrás de sus auténticos líderes o con la “cabeza” de una dirigencia rendida y entregada a los “poderes” deste mundo. Para que esto último no ocurra así, es necesario que profundicemos el cambio, busquemos la conversión-resurrección, tratando de creer, ¿por qué no? ¡Dejemos de pelear contra las miserias que son comunes y encausémoslas!
Nuestro Señor nos ha revelado como es esta transición; nos pide a todos que edifiquemos y establezcamos un gobierno de unidad nacional para que el destino de los argentinos no quede más en manos de la contradicción de unos pocos, de los reclamos de intereses de círculo o sectas, y de las ambiciones desmedidas de minorías extranjerizantes.
Constatamos una separación, una gran distancia entre conducidos y la conducción que está cercada por las estructuras injustas de esta falsa democracia.
Es necesario recomponer el vínculo de Amor entre el pueblo y sus auténticos conductores, que con una mayor cercanía lleve a una mayor responsabilidad de todo un pueblo, a una mayor y verdadera participación en las decisiones, que de origen a un sistema-odre nuevo.
El espíritu que impulsó-despertó Ana Cristina en los festejos del Bicentenario, es el espíritu de la verdadera Unidad Nacional, es la certeza oscura de su corazón-Ana y el del corazón del pueblo. Y el espíritu de cada uno, si bien es muy sensible, puede taparse, opacarse o ahogarse fácilmente si no estamos atentos; y esto es lo que le está pasando en estos días a la señora Cristina Fernández, viuda de Kirchner.
El espíritu nacional justicialista que buscamos todos está escondido en nuestros corazones y necesitamos que los conductores nos den “el pie” o el motivo-causa para que aflore, para que ascienda de dentro hacia fuera de cada mujer y varón habitante de este suelo; es como el nacimiento de un bebé.
Ella despertó la Unidad por encima de las diferencias y esto reinó-presidió cada cosa que se hizo el año pasado. Pudimos contemplar que millones queremos hacer las cosas juntos por más que pensemos diferente al otro. En aquel momento Cristina siguió su corazón-espíritu de santa Ana y suscitó a millones de argentinos, impulsándolos a querer participar de los festejos por propia decisión y no por “la paga del día” al “clientelismo” como se suele hacer para los actos políticos. Hoy le pedimos y es urgente, que vuelva clavarse en ese, su corazón, y no en sus “conocimientos” de lo gastado e inservible.
La unidad de nuestro pueblo se logra sacando lo mejor de la gente, y esto comienza por sacar lo mejor del corazón de Ana Cristina, que más allá de ejercer la presidencia de la república _en verdad lo menos importante_ es el símbolo visible y actuante de millones de mujeres que muestran el Inmaculado Corazón de María: La Doctrina Nacional, la misma que mostraron nuestros próceres libertadores como Manuel Belgrano, José de San Martín y otros que abrieron y nos marcaron el camino correcto.
¡La unidad la hace el pueblo o no es! Es imposible que dentro del juego de los partidos políticos-sectas se pueda lograr un poco siquiera de verdadera unidad, justamente por ser un sistema en donde el juego es el de la contraposición y la división dónde gana-se impone-“gobierna” sólo el más fuerte y hábil en cada momento, y no por eso, el mejor o más razonable, el que el pueblo quiere.
Para alcanzar la unidad no sirven las herramientas oxidadas de este sistema antidemocrático republicano, no se puede lograr imponiendo una lista de legisladores nacionales “propios y leales”, sabemos que nada asegura que sean leales cuando estén dentro del Congreso ¿No basta la experiencia reciente con la “banelco” en el senado “nacional” o con la vicepresidencia?
No alcanza con tratar al pueblo-masa como ganado, pagando-comprando su movilización, ni desde la primera magistratura coaccionar a los gobernadores “regulando” los pagos de las partidas del presupuesto nacional; tampoco manipulando dictámenes o resoluciones de jueces aprisionados por sus propios errores y miserias.
Es más, no habiendo diferencia entre oficialismo y oposición en el empleo de estos “métodos”, lo único que consiguen es más contradicción y división; es como querer apagar un incendio echando nafta.
Sabemos todos _y el que no, es porque se hace el distraído_ que sin verdadera unidad con objetivos comunes, sin que todos tiremos del mismo carro, nadie puede ni podrá gobernar-conducir ni ahora ni dentro de unos meses, ¡ni nunca! Señora Ana Cristina, aunque ahora usted conduzca la república, deberá usar más astucia y corazón para ir conduciendo este proceso con la conciencia de que esta falsa “democracia” ha muerto, y esto se está declarando en todo el mundo como ya vimos.
Necesitamos urgente una nueva manera de ordenar la vida en común, en la que cada uno que participa decida y ponga lo que tiene para construir de verdad, y también por interés propio o vanidad; ¿por qué no? Hablo de la necesidad de que el Nuevo movimiento nacional se manifieste más aún dándonos el ámbito adecuado necesario para que cada uno pueda mostrarse auténticamente, tal cual es.
Como conductora y siguiendo sólo a su corazón en la soledad que conlleva su tarea, este es el Camino a seguir ¡No lo desprecie! Es la perla más preciosa que El Padre nos regaló para que creemos y recreemos con Él todas las cosas como reyes de la Creación que somos; pero lamentablemente es el arma más desechada por los hombres; y así el mundo ha llegado a su fracaso-impotencia.
De manera que nuestra esperanza está en el tesoro de su corazón y en el de cada uno de nosotros Apóstoles hombres Cristo-Conductores, pues el pueblo está sin pastores. ¿En quiénes se ha fijado El Señor? ¡En Sus elegidos: los últimos-peores! Y al que mucho se le dio, mucho se le pedirá, así es la Justicia más amplia y perfecta del Creador del Universo. A Él le rendimos cuentas en nuestro corazón, porque ahí está y somos Él, y Él es en nosotros santo-pecador en estos tiempos; amalgama de Gracia y miseria en la que Dios se hace uno con nosotros así como somos. ¡Sí! Así como somos. ¡Ésta es su infinita Misericordia!
¡Respondamos siendo fieles en lo que nos pide! Así, cuando pronto llegue Su Gran Día, nos encontrará ocupándonos de la función que nos dio. De lo contrario, atengámonos a las consecuencias.
Jesús, María, Dios Padre y el Espíritu Santo nos han dictado un Plan de Gobierno que está en ejecución, lo crean ustedes o no, porque Cristo Rey que Viene en Su Nuevo Nombre Joaquín ya Gobierna-conduce, a través de Su Papa Pedro Segundo-María Liliana y los demás Apóstoles-esposas reinas.
¡Pronto la Gloria va a llegar! Dejemos que los muertos de este mundo se ocupen de los muertos. ¡Vamos juntos!

María Liliana en Pedro Segundo y los Ministros del Gobierno del
Rey Cristo Jesús Joaquín

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